La Habana by Jose Lezama Lima

autor:Jose Lezama Lima [Lima, Jose Lezama]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: prose_contemporary
ISBN: 9788479624774
editor: Editorial Verbum
publicado: 0101-01-01T00:00:00+00:00

3. de dic. de 1949

El circo pascual o vara de maravillas

Es muy venturoso que entre nosotros coincidan las carretas del circo —o las mágicas arcas que lo suelta del agua a la tierra—, con las sorpresas de los días pascuales. Su asombro, su vara de maravillas, pues en las visitas al circo recordamos la mano que nos apretó; en qué forma nos ovillamos para resistir la sucesión de las sorpresas; algún rostro, enharinado o enmascarado con polvos color de naranja, que juega, nos tira puñados de papel coloreado, danza y al fin se borra por la tortuosidad de los espejos. La población del circo, su fijeza, sus emigraciones, arden como la llama del Genio Errante sobre la colina. Si nos ajustamos a una gala de función dominical y vemos aquel mundo preparando sus sorpresas, parece como si toda la materia que toca, arde, suda, acrece o se silencia. El pañuelo con que el equilibrista japonés limpia sus largas y flexibles cañas de metal; el antifaz del trapecista que se prepara a saltar a la muerte sin ser reconocido; la fusta de la domadora cayendo como una elegante costumbre sobre el anca confitada. Y el silbato que convoca para comer a los más allegados, mientras los japoneses se quedan en su caseta preparando unas médulas y el escandinavo domador lava sin descanso sus camisetas y su rueda de pescado, como si fuese un oso lavandero.

¿Cómo esa ciudad del circo, de ejercicio y seco recuerdo, pudo sumar tantos envíos diversos, ese cosmopolitismo de la gracia justa y el salto cronometrado? ¿Acaso cada uno de esos acróbatas no nos obliga a reinventarle una biografía, a completar con la sucesión aquella oscuridad con la que se presentan? Suponemos al trapecista japonés en Kioto o en Yoshiwara, que va dejando de asistir al colegio atraído por el Genio Errante, mientras la familia se sobresalta y ya la madre comienza a elogiarle los primeros saltos que justifican su excepción con los otros hermanos que estudian regadío en Connecticut o electromagnetismo en la Sorbonne. En una noche de sueñera y vino de arroz, en Yoshi- wara, la ciudad del placer, el iniciado cultor de los equilibrios inestables e indiferentes, tuvo que dar una puñalada. Aunque los signos de la daga de ejecución, revelaban su pertenencia a la casta Topsó, la de los guerreros, tuvo que pensar en la huida. Se entera por su amante de la partida del circo donde hacía su aprendizaje. Así fue como desapareció. En esos momentos de nuestras suposiciones, la domadora restalla un fustazo, las candilejas reparten su blanco frío. Y de esas aguas de color polar comienzan a surgir innumerables ejércitos de focas.

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